domingo, 10 de agosto de 2025

Clichés de las estampas de Santa Olalla, una colección de 5 placas de mediados del siglo XX


Colección de cliches de las estampas de Santa Olalla

En este artículo os quiero presentar una colección de cinco placas fotográficas de vidrio, también conocidas como clichés de cristal, que probablemente pertenecieron a algún laboratorio fotográfico o imprenta. Estas piezas eran utilizadas para la impresión de estampas, en este caso todas ellas dedicadas a devociones del pueblo de Santa Olalla (Toledo).

Las placas fotográficas de vidrio fueron una técnica muy utilizada desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Funcionaban como negativos: una capa de emulsión fotosensible (normalmente gelatina con sales de plata) se aplicaba sobre un soporte de vidrio. Al exponerla en una cámara, la imagen quedaba registrada en negativo y, posteriormente, ese negativo se empleaba para realizar copias en papel.

Nuestra colección reúne tres de las principales devociones de Santa Olalla. Todas las imágenes fueron tomadas a mediados del siglo XX y llevan incorporado el texto con el titular de la estampa.

En primer lugar, encontramos tres versiones de la Patrona de Santa Olalla, la Virgen de la Piedad: dos idénticas pero de distinto tamaño y una tercera, fechada en 1965, que muestra un rudo fotomontaje de la Virgen con la nueva corona que se estrenaría ese mismo año. Esta estampa se editó en mayo de 1965 con motivo del Centenario de la Novena y del acto de entrega de dicha corona. Según hemos podido comprobar en una de las estampas conservadas, fue impresa en la Imprenta Moderna de Torrijos.

En segundo lugar, está representado el Patrón de Santa Olalla, el Santísimo Cristo de la Caridad.

Y por último, la colección incluye la venerada imagen de San Blas.

Aportamos fotografías individuales de los clichés y su versión positivada para conocer su aspecto final. Todas estas estampas tuvieron una amplísima difusión en su momento en Santa Olalla.










domingo, 3 de agosto de 2025

Vitrina Cero - Punta de lanza de hierro


Punta de lanza de hierro

Punta de lanza de hierro, con hoja foliácea de doble filo, alargada y estrecha, con discreto nervio central y cubo de enmangue. Pieza posiblemente romana o altomedieval.

Esta punta de lanza habría sido utilizada como arma ofensiva, ya fuera en contextos militares, de caza o incluso como parte del ajuar funerario de un guerrero.

Número de inventario: SO/21

Datación: Siglo I

Contexto histórico: Etapa romana

Materia: Hierro

Técnica: Forjado

Origen: Colección González-Castrejón

Bibliografía: Josué López Muñoz y Francisco Javier de Fuentes Fernández http://ceres.mcu

sábado, 2 de agosto de 2025

El Tío Caracas, un santaolallero pionero del toreo cómico



Felipe Sanz Peña «El Tío Caracas»

El Tío Caracas fue uno de los grandes toreros cómicos del siglo xx. En una época en la que esa especialidad humorística del toreo estaba muy en boga, y los nombres de Llapisera, Charlot, El Bombero Torero, La Paleta Manuela, El Chino Torero, Don Canuto... y tantos otros conquistaron una enorme fama, Felipe Sanz Peña adquirió un gran prestigio en su profesión. Fue tío político del matador de toros Gregorio Sánchez y de su hermano el torero cómico Julio Lozano Sánchez “El Tío Roque”.

Felipe Sanz Peña, conocido popularmente como “El Tío Caracas”, nació en Santa Olalla el 15 de noviembre de 1900.[1] Siendo practicante un niño se trasladó a Talavera de la Reina, donde ejerció como limpiabotas en la plaza del Reloj, pero su fama llegó por el espectáculo cómico taurino que montó.

Tras comenzar como novillero (como la mayoría de los toreros cómicos), toreó por última vez vestido de luces en Talavera de la Reina el 9 de abril de 1950.

Muy pronto comenzó a acompañar a la banda cómico-taurina-musical Los Talaveranos, que dirigía Félix Medina Ruiz. Al principio, incluso toreó festejos mixtos, en los que también toreaban toreros serios vestidos de luces. Toreó incluso en la plaza de Las Ventas, de Madrid.

Con algunos de sus compañeros en aquellos primeros años formo la cuadrilla de “Los Lagarteranos”, aquellos primeros compañeros fueron: Antonio Moreno “La Tía Antonia”, un camarero del Bar Nueva España que en el espectáculo se vestía de mujer y hacía de pareja del “Tío Caracas”; don Armando y Anselmito que en ocasiones imitaban a los famosos comicos “Cantinflas” y “Charlot”; y finalmente “El Niño Pollito”.[2] Personajes que hacían las delicias de los chavales que asistían a la plaza de toros “La Caprichosa” y a las plazas de los pueblos durante sus fiestas.

A continuación, El Tío Caracas se colocó en el espectáculo Galas de Arte, que dirigía Isidro Ortuño Jumillano, trabajando entre otros con Ángel Villaverde “La Paleta Manuela”. Ambos cómicos pasaron después al espectáculo Toros y Claveles, de Ricardo Villaverde “el Gran Kiki”, formando una pareja que adquirió gran fama. En los años siguientes viajó con el espectáculo Alegrías de España, donde coincidió, entre otros, con Julián Melero “El Toronto”, un cómico que años después adquirió mucha fama con su propio espectáculo, en el que incluía una trouppe de “monos-toreros”.

Toreó por última vez en Talavera de la Reina el 9 de mayo de 1979. Se retiró de los toros en Madrigal de la Vera (Cáceres) el 23 de septiembre de 1981. Felipe Sanz falleció en Talavera de la Reina el 9 de mayo de 1985. La ciudad de Talavera, en recuerdo de los muchos años que allí vivió, le puso su nombre a una calle.

Del Tio Caracas se cuenta una anécdota: estando un día de 1956 en un café donde se suscitó una discusión sobre toros, ya que un sevillano hacía grandes elogios de un torero andaluz. El Tío Caracas se levantó y dijo al sevillano: «Lo que ese torero hace, también lo hago yo» y se fue. El sevillano le despreció sin saber quién era y, cuando alguien le dijo que se trataba de un torero-cómico, el sevillano contestó: «En el mundo sólo hay dos grandes de ese toreo-cómico: el Bombero Torero y ese otro al que dicen el Tío Caracas».

Lejos del clasicismo serio de los grandes maestros del toreo, Caracas conquistaba al público con su ingenio, su arte desenfadado y su capacidad para sacar una carcajada incluso en mitad del ruedo. Armado con trastos de broma, sombreros estrafalarios y mucha picaresca, formaba parte de aquellas cuadrillas de toreros cómicos que recorrían pueblos durante las fiestas patronales, parodiando las faenas taurinas y conectando con grandes y chicos.

Aunque no cortó orejas, Felipe cortó muchas penas, llevando alegría con su humor directo y castizo, y dejando huella en cada albero que pisaba. El Tío Caracas es recordado como un símbolo del espíritu popular, de esos personajes que con poco hacían mucho: una sonrisa en tiempos duros.



[2] Folleto publicitario de la Cuadrilla Cómica-Taurina Los Lagarteranos, de Felipe Sanz Caracas. (Imprenta Ramiro Gómez. Talavera de la Reina, 1954).

Folleto publicitario del espectaculo del Tío Caracas - 1954






viernes, 1 de agosto de 2025

El retablo de Jesús de Medinaceli de Santa Olalla

 

Retablo de Jesús de Medinaceli en San Julián

Una de las mayores responsabilidades y obras de mayor envergadura que debía afrontar la Cofradía de Jesús Nazareno de Medinaceli de Santa Olalla, fundada en 2005, era dotar a su titular del retablo que merecía en su capilla, situada dentro de la histórica iglesia de San Julián.[1]

Tras diversos estudios, en 2011 se encargó la realización del retablo con el objetivo de consagrarlo en la festividad de Jesús de Medinaceli, celebrada el primer viernes de marzo de 2012. El diseño fue obra de José Julián del Olmo Soriano y su elaboración corrió a cargo de su taller “Arte del Olmo”. El montaje finalizó el 22 de febrero de 2012, Miércoles de Ceniza.[2]

José Julián del Olmo Soriano es un artista integral, dedicado al diseño, construcción y restauración de arte sacro, especialmente retablos. Desciende de la familia de artistas manchegos Lara Molina, aunque desarrolla su actividad en la ciudad de Elda (Alicante). Hacia 1945, su padre, Julián del Olmo Lara, comenzó a trabajar en la restauración de iglesias con tan solo 12 años, colaborando con sus familiares y aprendiendo todos los oficios del gremio. En 1994 se fundó el actual “Taller de arte religioso Julián del Olmo Lara”. En este taller, José Julián del Olmo, junto a un equipo de profesionales, continúa con la labor artística heredada, recogiendo el testigo generacional. Como anécdota, cabe destacar que en una de las visitas que José Julián del Olmo realizó a la iglesia de San Julián para tomar medidas, fue acompañado por su padre, ya con 80 años. Al entrar en el templo, recordó que había trabajado allí en la década de 1940 en la restauración del retablo del Cristo de la Caridad.

Trabajos de montaje del retablo de Medinaceli

El nuevo retablo, de estilo neobarroco, tiene unas proporciones de 3,20 metros de ancho por 7 metros de alto. Se compone de una única calle con dos cuerpos y un ático, decorado con dorados y estucados marmoleados en tonos rojos y verdes.

La estructura comienza con una mesa de altar curva decorada con relieves vegetales, motivos que se repiten en todo el conjunto. En el centro del altar se encuentra una cartela con el escudo de la Cofradía, bordeado por una corona de espinas, pintado al óleo.

En el banco o predela del retablo se sitúan las bases de las columnas y la peana de la imagen, decorada con un bajorrelieve que muestra el emblema “JHS” con tres clavos entrecruzados.

En el primer cuerpo, o cuerpo principal, se abre la hornacina destinada a la imagen titular, enmarcada por un arco rebajado y fondo enrayado, característico de las representaciones del Cristo de Medinaceli. La hornacina está flanqueada por seis columnas salomónicas de siete espiras, decoradas con motivos vegetales de trepadoras y capiteles corintios, dispuestas en haces de tres columnas a cada lado.

Cuerpo central del retablo

Ático del retablo

El segundo cuerpo se separa del primero mediante una cornisa o guardapolvo, adornada con canecillos y una nueva cartela con el emblema “S-clavo”. En el centro se ubica un óleo sobre lienzo de gran formato con la imagen de la Virgen de la Piedad, patrona de Santa Olalla. Esta pintura está enmarcada por dos columnas salomónicas de cuatro espiras y relieves florales.

La elección del tema del lienzo fue objeto de debate en diversas reuniones de la Junta de Gobierno de la Cofradía. Se valoraron varias opciones: un Crucificado, un Resucitado, y finalmente la imagen de la Virgen en un momento de la Pasión. Se optó por representar una Piedad, y dado que la Virgen de la Piedad es la patrona de Santa Olalla, esta advocación se consideró la más adecuada. La decisión fue comunicada a la Junta Directiva de la Esclavitud de la Virgen, que la recibió con agrado, celebrando que la patrona tuviera también un espacio en la iglesia de San Julián. La pintura, de estilo hiperrealista, representa a la Virgen de la Piedad sobre su tradicional trono con el arco de las campanillas, y está firmada por la pintora Mara Haro.

Pintura de la Virgen de la Piedad - Patrona de Santa Olalla

Firma de la Pintura

Una segunda cornisa separa este cuerpo del ático, donde el retablo culmina con un pequeño monte a modo de calvario. Allí se sitúa una cartela con el anagrama coronado “Ave María”, escudo de la Virgen de la Piedad de Santa Olalla. A ambos lados del ático se encuentran dos ánforas decorativas. Por último, remata el conjunto una cruz latina lacada en los colores trinitarios, con las puntas floreadas.



[1] LÓPEZ MUÑOZ, Josué: Santa Olalla: La Cofradía de Jesús de Medinaceli ha inaugurado la nueva capilla de su titular. ABC edic. Toledo. (Toledo, 9 de marzo de 2012).

[2] LÓPEZ MUÑOZ, Josué: La Capilla de Jesús de Medinaceli en San Julián. Depósito legal: TO-307-2012. (Cofradía de Jesús Nazareno de Medinaceli de Santa Olalla. Santa Olalla, 2012).

domingo, 6 de julio de 2025

Grabado del Cristo de la Caridad

Verdadero retrato del milagroso
Cristo de la Caridad
de la villa de Santa Olalla

Del mismo modo que la Virgen de la Piedad de Santa Olalla cuenta con su propio grabado, nada menos que desde 1741,[1] el Cristo de la Caridad cuenta también, por un encargo moderno de 2024, con una representación devocional de ese mismo estilo.

Con la técnica del falso grabado, el artista sevillano Bruno Halcón, ha representado en 2024 al Cristo de la Caridad de Santa Olalla, siguiendo todos los cánones y modelos de estas singulares representaciones, muchas veces llamadas “Verdaderos Retratos” por las primeras palabras que se repiten como ‘fórmula’ y de manera habitual en el encabezado de las leyendas de estas estampas.

La escena está enmarcada por un cortinaje barroco que da solemnidad y teatralidad a la imagen central: Cristo crucificado en su advocación del Cristo de la Caridad de Santa Olalla (Toledo). Las cortinas, de tela brocada, se abren a los lados. En la parte superior un dosel en cuyo centro encontramos una cartela flanqueada por roleos en la que está dibujado el escudo de Santa Olalla.

El Cristo de la Caridad entre el sol y la luna

El Cristo de la Caridad aparece representado a la manera tradicional, con su peana y su cruz rococó de espejos, con potencias y vestido con un faldón bordado.

Sobre el Cristo, entre nubes, aparecen el sol y la luna, símbolos de la Pasión y de la dualidad de la naturaleza de Cristo, humana y divina.  

Tras el Cristo, una representación idealizada de la villa de Santa Olalla que queda cubierta por los rayos que salen del costado del Cristo, con la leyenda «In te nostra salus».

La representación de la muerte y
el pecado se aleja de Santa Olalla

A la izquierda, a los pies de la cruz y delante de la población, una figura alegórica de la muerte; un esqueleto, cubierto por un sudario, que sostiene sobre su cabeza un reloj de arena. La muerte se retira, vencida por el poder del Crucificado, simbolizando la victoria sobre la peste que azotó la villa en 1598.

Galeón con el Cristo de la Caridad
representando su legada desde México

A la derecha, el mar sobre el que navega un navío en el que aparece triunfante la imagen del Cristo de la Caridad, recordando su origen novohispano y su llegada desde el continente americano a Santa Olalla.

La cartela inferior nos aclara la historia y simbolismos representados en esta estampa. Dice así: «VERDADERO RETRATO DEL MILAGROSO CRISTO DE LA CARIDAD - Que se venera en su Capilla propia de la Iglesia de San Julián de la Villa de Santa Olalla, traído de Nueva España y Protector de esta Noble y Leal Villa a la que libró de la peste en el Año de Gracia de 1598, siendo por ello nombrado su Insigne Patrón». Finalmente, está firmado en letra muy pequeña «Bruno Halcón 2024».

Esta representación se publicó y reprodujo por primera vez en los programas de cultos[2] de la Hermandad del Cristo de la Caridad de 2025 y en la Revista del Cristo de ese mismo año.[3]



[1] Biblioteca Nacional de España: Nuestra Señora de la Piedad [Material gráfico] Autor Juan Bernabé Palomino, 1741. Descripción física: estampa; grabado calcográfico 282 x 162 milímetros. Signatura: INVENT/29975.

[2] Programa de Cultos religiosos de las Fiestas del Cristo de la Caridad 2025. (Hermandad del Stmo. Cristo de la Caridad. Santa Olalla, julio de 2025).

[3] Revista de las Fiestas de Verano de Santa Olalla en honor del Stmo. Cristo de la Caridad. (Ayuntamiento de Santa Olalla y Hermandad del Stmo. Cristo de la Caridad. Santa Olalla, julio de 2025).

jueves, 3 de julio de 2025

El origen medieval de las Fiestas del 16 de julio en Santa Olalla

Resulta sorprendente saber que el origen de las fiestas que Santa Olalla celebra el 16 de julio de cada año hay que buscarlo hace más de 800 años, en plena Edad Media, en aquellos tiempos de ataques almohades y reconquista castellana.

En el año 1195, las ofensivas almohades a las tierras castellanas eran continuas y desencadenaron en la batalla de Alarcos. El rey Alfonso VIII entró en batalla sin esperar los refuerzos prometidos por el resto de reinos cristianos peninsulares, estuvo a punto de fallecer y tuvo que retirarse a Toledo, por lo que quedó al mando don Diego López de Haro, vinculado a la casa señorial de Santa Olalla. La derrota fue tan desastrosa como inevitable, pero algunos acusaron a don Diego de permitirla por ciertos recelos hacia el rey.

Tras la derrota de Alarcos, la frontera castellano-andalusí pasó de Sierra Morena a los Montes de Toledo, quedando expuestas al ataque musulmán estas tierras toledanas. Así sucedió en el verano de 1196, cuando el célebre caudillo almohade Muhammád ben-Yacúb fue desde Andalucía a Toledo tomando diversos lugares a su paso. Intentó tomar Santa Olalla, combatió en Maqueda y llegó a las inmediaciones de Toledo, sin obtener ningún resultado. La crónica cristiana decía "Priso el rey de Marruecos a Montánchez, e Santa Cruz, e Trugiello, e Placencia, e vinieron por Talavera, e cortaron el Olivar, e Olmos, Santa Olalla, e Escalona e lidiaron Maqueda, e no la prisieron, e vinieron cercar Toledo, e cortaron las viñas, e los árboles, e duraron y X días en el mes de junio".[1]

“Miramamolín entró por tierra de cristianos destruyendo pueblos y cautivando gentes. Ganó a Montánchez, Santa Cruz, Trujillo, Plasencia y Escalona con todos los lugares que topaba sin dejar cosa con vida. Combatió vigorosamente a Talavera, a Santa Olalla, a Maqueda y por fin a Toledo misma pero no pudo rendirla por la valerosa defensa de sus moradores. Con todo regresó a las Andalucías cargado de riquezas, ganados y cautivos”.[2]

 Al año siguiente, los musulmanes repitieron las acciones bélicas, pero el resultado fue el mismo, firmándose además en ese año 1197 unas treguas de paz.

Al tenerse noticia de la preparación de una nueva ofensiva almohade, Alfonso VIII, después de haber fraguado diferentes alianzas con la mayoría de los reinos cristianos peninsulares, con la mediación del Papa, y tras finalizar las distintas treguas mantenidas con los musulmanes, decide preparar un gran encuentro con las tropas almohades, que venían dirigidas por el propio califa Mamad An-Nasir, el llamado Miramamolín por los cristianos (versión fonética de “Príncipe o Comendador de los Creyentes”, en árabe). El rey buscaba desde hacía tiempo este encuentro para desquitarse de la grave derrota de Alarcos.

El lunes 16 de julio de 1212, en la aldea de las Navas de Tolosa, perteneciente a La Carolina (Jaén), tuvo lugar una batalla trascendental entre los ejércitos cristiano (coalición de los reyes castellano, aragonés y navarro, con la ayuda de fuerzas cristianas ultrapirenaicas) y musulmán, que supuso una decisiva victoria de los cristianos frente a los almohades que dominaban Al-Ándalus. La batalla es conocida como batalla de las Navas de Tolosa o de Puerto Muradal, llamada en la historiografía árabe Batalla de Al-Uqab (معركة العقاب), y conocida simplemente como “La Batalla” en las crónicas de la época.

El ejército cristiano se dividió en tres: Alfonso VIII de Castilla salió hacia Alarcos y Salvatierra; Pedro II de Aragón se quedó en Calatrava esperando a Sancho VII de Navarra; y otro grupo fue capitaneado por don Diego López de Haro. Todos se dirigían hacia Puerto Muradal (Despeñaperros), en cuya cima estaba el ejército de Miramamolín. Allí se produjo la actuación heroica de don Diego junto con dos de sus nietos, que subieron hasta el llano de la Losa y, desde allí, a una planicie llamada Las Navas de Tolosa, guiados por un pastor de la zona.

Don Diego Lope de Haro con el pastor de las Navas

Al ver el giro que tomaba la contienda, Al-Nasir ordenó tocar retirada y huyó precipitadamente hacia Jaén. Se dice que fue tal el desastre que el rey almohade tuvo que utilizar un burro para poder escapar de la muerte.

Entre la leyenda se cuenta que aquel 16 de julio, en pleno fragor de la batalla, Domingo Pascual, canónigo de la Catedral de Toledo, tomó la cruz del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada, abriéndose camino entre los escuadrones enemigos sin ser alcanzado por las saetas que lanzaban los musulmanes. Este relato del paseo triunfal de la Cruz fue recogido por el propio arzobispo y en la carta que Alfonso VIII envió al Papa para darle cuenta del triunfo cristiano. Domingo Pascual llegó a ser posteriormente arzobispo de Toledo durante un breve periodo en 1262.

Como consecuencia de esta batalla, el poder musulmán en la península ibérica comenzó su declive definitivo y la Reconquista tomó un nuevo impulso, que produjo en los siguientes cuarenta años un avance significativo de los llamados reinos cristianos.

Para conmemorar esta decisiva batalla se instituyó una fiesta en este día para toda la extensa diócesis de Toledo, conocida como fiesta del Triunfo de la Cruz. Entre los lugares en los que comenzó a celebrarse con mayor solemnidad estaba Santa Olalla.

Las fiestas dedicadas a la Cruz en el antiguo calendario litúrgico eran tres: “La Cruz de Mayo”, el 3 de mayo, conmemorando el hallazgo por Santa Elena de la Cruz en la que murió Cristo; la “Exaltación de la Cruz”, el 14 de septiembre, conmemorando la recuperación de la Cruz, arrebatada por los persas; y el “Triunfo de la Cruz”, el 16 de julio.

Como hemos dicho, con la victoria de las Navas de Tolosa quedó instituida la fiesta del “Triunfo de la Cruz”, una fiesta propia de la diócesis de Toledo, que durante siglos sobrevivió a los distintos sínodos diocesanos —en muchos de los cuales se redujo el número de fiestas— y que el 30 de diciembre de 1573 el papa Gregorio XIII mandó celebrar en todos los Reinos de España y en el Nuevo Mundo.

Especialmente en Santa Olalla y su tierra se inició esta celebración del “Triunfo de la Cruz” con gran fuerza. Como hemos dicho, en la batalla se habían destacado miembros importantes de la casa señorial de la villa, especialmente don Diego López de Haro (?-1214), capitán general de aquella victoria. Él era familiar, seguramente hermano, de doña Mencía Lope de Haro, señora de Santa Olalla al estar casada con Alvar Pérez de Castro.

La solemnidad del Triunfo de la Cruz se siguió celebrando en Santa Olalla sin novedades hasta la última década del siglo XVI, pues en 1598 se transforma por voto del pueblo en la Fiesta del Cristo de la Caridad. La celebración de esta primitiva fiesta queda reflejada en las relaciones topográficas de Felipe II realizadas para Santa Olalla el 8 de febrero de 1576: “Al quincuagésimo segundo se responde que se guardan tres fiestas de voto y costumbre en esta villa y son el Triunpho de la Cruz y es a diez y seis de julio y celebrase por aquella victoria que se hubo del puerto Muradal, porque don Diego López de Haro, capitán de aquella victoria, fue de la casa de los señores desta villa, y dende aquella victoria se hace este día una fiesta muy solemne y es nombrada en toda esta tierra, la otra fiesta es de Santa Brígida, por las calamidades de las viñas y heredades, y la otra es de Santa Olalla, porque es advocación de esta villa”.[3]

Todos los pueblos y aldeas del señorío de Santa Olalla celebraron esta fiesta con solemnidad, aunque paulatinamente la fueron perdiendo. En el momento en que se toman las famosas Relaciones de Felipe II, en torno a 1576, mantenían la celebración Domingo Pérez, Erustes, Mesegar y su aldea vecina de El Membrillar. Mesegar, por estas fechas, ya no pertenecía al señorío de Santa Olalla y había pasado a ser del señorío de Montalbán, pero su aldea vecina de El Membrillar sí permanecía en el señorío de Santa Olalla, celebrando ambos núcleos la fiesta del 16 de julio.

Curiosa es su aportación a las relaciones: “Guardase el día del Triunfo de la Cruz de la batalla, que cae a diez y seis de julio, este voto es muy antiguo, y no alcanzamos por qué fue”.[4]



[1] BERGANZA, Francisco de: Antigüedades de España propugnadas en las noticias de sus reyes, Volumen 2. (Imp. Francisco del Hierro. Madrid, 1721). Pág. 572.

[2] ORTIZ Y SANZ, José: Historia general de España, Volumen 3. Tercera edición. (Imprenta de don Alejandro Gómez Fuentenebro. Madrid, 1846). Pág. 316.

[3] VIÑAS MEY, Carmelo y PAZ, Ramón: Relaciones Histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España, hechas por iniciativa de Felipe II. Reino de Toledo. (Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1951). Págs. de 425.

[4] LÓPEZ MUÑOZ, Josué: Dieciséis de Julio: Orígenes, historia, leyenda, tradición y devoción del Santísimo Cristo de la Caridad de Santa Olalla, en el Octavo Centenario de la Fiesta del 16 de julio (1212–1598–2012). (Ediciones Andante. Santa Olalla, 2012). Pág. 8.



Publicación en la Revista del Cristo de la Caridad 2025